El correo ‘no deseado’ o spam es aquel que nos envían con fines publicitarios de forma masiva, que se repite una y otra vez y del que no nos podemos librar.
Si hemos sido muy reservados a la hora de escribir nuestra dirección de correo electrónico en Internet, seguramente nos llegará muy poco o nada de este tipo de correo. Pero en la mayoría de los casos, si la cuenta ya tiene algún tiempo es muy difícil no haber sido registrado como “cuenta válida” por aquellos que se dedican al envío de spam.
Utilizan diferentes medios para localizar cuentas, como las famosas cadenas de correos que a todos nos han llegado, formularios de registro falsos o sistemas automáticos que buscan correos escritos en cualquier lugar de Internet. Además, diferentes virus pueden convertir nuestro ordenador en máquinas emisoras de correos electrónicos automáticos sin que nos demos ni cuenta.
¿Cuántos correos basura se mandan diariamente en el mundo?
La cifra asombra a cualquiera. De media, actualmente, se envían diariamente unos 100.000.000.000 de correos electrónicos basura, sí, unos cien mil millones al día.
Mira la evolución del spam, número de envíos promedio diario en los últimos 18 meses, según esta página de Cisco.
El envío de correo basura es un problema para nosotros como usuarios, pero para el sistema de Internet en general, porque utiliza un gran número de recursos informáticos “para nada”. Incluso desde el punto de vista energético es escalofriante lo que se malgasta.
Según un estudio que realizó McAfee en 2009, “en todo el mundo, la cantidad anual de energía que se utiliza para transmitir, procesar y filtrar el spam equivale e 33.000 millones de kilowatios-hora, lo que es igual, por ejemplo, al gasto anual de electricidad de dos millones cuatrocientos mil hogares norteamericanos. Las emisiones de gases de efecto invernadero que implica todo este gasto energético son equivalentes a las que provocarían 3,1 millones de automovilistas usando 7.570 millones de litros de gasolina…”
El estudio termina diciendo que “si todos los buzones de correo tuvieran instalado un filtro antispam, se podría conseguir hasta un 75 por ciento de ahorro energético” o “los filtros antispam ahorran 135 TWH de electricidad al año, un ahorro equiparable a retirar 13 millones de coches de la circulación.”
Algo que podemos hacer nosotros para ayudar a reducir el impacto de estos correos es gestionar bien nuestro correo spam. Además de ahorrarnos mucho tiempo y la incomodidad de leer uno tras otro para identificar los maliciosos, podemos colaborar con nuestro ‘granito de arena’ para reducir las emisiones de CO2.
Todos los programas gestores de correos que podemos utilizar en nuestro ordenador, como Outlook o Thunderbird, tienen la posibilidad de marcar a los remitentes como no deseados.
También los sistemas online, como Gmail o Hotmail disponen de carpetas para estos correos y filtros automáticos para dirigir allí lo que suponen spam.
Estos filtros, a menudo no funcionan del todo bien y clasifican como spam lo que no es y viceversa.
Si te llega un correo spam a la bandeja de entrada, márcalo como “no deseado” (o simplemente déjalo caer en esa carpeta) y la próxima vez que recibas uno del mismo origen, irá a la carpeta de spam directamente. Y si te llegan correos válidos a esta carpeta, sácalos de ella o clasifícalos como válidos para que el sistema aprenda a reconocerlos. Con el tiempo, dejarás de tener que revisar esta carpeta.
Además, en el caso de los correos por Internet, como Gmail o Hotmail, al marcar un correo como no deseado o spam estamos informando a los creadores de filtros automáticos para mejorar el servicio y optimizar su funcionamiento. Así contribuimos a reducir su transmisión por Internet y por tanto su efectividad.
Quizá algún día consigamos entre todos que este tipo de envíos sea tan inútil que ya no se molesten en hacerlo.