En estas fechas empieza un nuevo curso escolar para todos los niños y jóvenes de nuestro país. En general, el sentimiento de todos los chicos y chicas será de resignación, al fin y al cabo en vacaciones se vive mejor que en época de estudio.
Pero desgraciadamente para algunos la sensación de asfixia y tormento será mucho mayor. Me refiero a aquellos que el año pasado ya sufrieron los ataques de sus “compañeros” a través de las redes sociales y otros servicios de mensajería por Internet, las víctimas del ciberacoso.
Quizá en verano el hostigamiento ha cesado o se ha visto reducido en gran medida, pero probablemente, el hecho de regresar a las aulas será suficiente para que regrese el conocido calvario.
El ciberbullying o ciberacoso se da habitualmente entre iguales, normalmente niños y jóvenes, y utiliza los medios de las nuevas tecnologías para insultar y burlarse de los compañeros. Como cada vez las tecnologías y especialmente los teléfonos inteligentes están presentes a edades más avanzadas, el fenómeno aparece antes en la vida de los escolares.
Recordemos que el hecho de proporcionarle un nuevo móvil a un niño trae consigo el riesgo de ser víctima del ciberacoso, pero también de que se convierta en ciberacosador.
Los maestros y profesores de los centros educativos pueden ayudar a reducir el efecto y a detectar los síntomas, pero los verdaderos responsables de los actos que realizan los niños con sus teléfonos son sus padres. Éstos deben conocer que el fenómeno existe y que sus repercusiones pueden llegar a ser muy graves, llegando en algunos casos extremos al suicidio de la víctima. Por ello están obligados a enseñarles los riesgos y a intentar minimizar sus efectos.
¿Cómo actuar?
Confirmar el ciberacoso
- Si solo tenemos la sospecha y no contamos con la confesión del joven porque se niega a asumirlo, deberemos conseguir señales inequívocas o pistas que nos lo confirmen. Podemos preguntar a su entorno de amigos y profesores y ponerlos sobre aviso. Debemos buscar en las redes sociales que frecuenta, hacernos ‘su amigo’ y comprobar mensajes y fotos compartidas por él y otros amigos.
- Por último, se puede recurrir a aplicaciones que monitorizan y registran todo aquello que hacen en las redes sociales. Si el caso es lo suficientemente grave, posiblemente será una opción justificada.
- Cuidado. El desconocimiento que los padres suelen tener acerca del funcionamiento de las redes sociales puede producir alarmas que pudieran ser infundadas. La brecha digital en este ámbito puede causar defectos de apreciación, por lo que será recomendable el consejo de especialistas si fuera necesario.
Si el menor lo asume y declara
- Demostrarle apoyo y confianza, evitando el sentimiento de culpabilidad y potenciar la comunicación. Si colabora abiertamente será más fácil poner fin al problema, de lo contrario podría intentar ocultar parte de las pruebas.
- Convencerle de que hay que actuar cuanto antes, dejar pasar el tiempo, quedar pasivo, no solucionará el problema.
- Recopilar las pruebas antes de que puedan ser eliminadas por el acosador. Consistirán en conversaciones grabadas de chat, imágenes publicadas que se pueden descargar o hacer capturas de pantalla, etc. Hoy podemos utilizar servicios por Internet que certifican legalmente los contenidos de una determinada página Web, por si tuviéramos que utilizarla en algún proceso legal posterior.
- Poner en conocimiento del centro escolar el caso de ciberacoso, comunicándolo al tutor y a la dirección del centro y recordarles que también ellos tienen una parte de responsabilidad, ya que en la mayoría de los casos el acoso se manifiesta también en las aulas.
- La lucha contra el ciberbullying debe hacerse ‘en grupo’ es decir, el acosado debe verse arropado además de por su familia, por los profesores y por su grupo de amigos. Es necesario potenciar en los compañeros el sentimiento de rechazo hacia el ciberacoso.
- Involucrar, si es el caso, al centro escolar para que medie en la solución y cese del acoso, organizando reuniones con las familias del acosador y del acosado.
- Si el acoso no cesa, no se encuentra vía de diálogo o simplemente no se puede localizar al acosador es necesario denunciar a la policía. El Grupo de Delitos Telemáticos (GDT) de la Guardia Civil facilita el proceso de denuncia mediante un formulario que se rellena y luego se presenta en comisaría.
- Este ejemplo real ilustra cómo un padre abordó la situación de su hija acosada y cómo lo solucionó, puede servir de ayuda a otros padres en situaciones similares: Ciberacoso: un caso real con final feliz (y solución legal)
Es mejor no tener que recurrir a todas estas medidas, pero sabemos que hay ocasiones en las que no queda otra solución.
No obstante, el mejor consejo que podemos dar es la prevención. Desde el punto de vista del acosado, debe entender que nunca debe responder a la provocación. Y respecto al acosador, además de inculcarle valores de respeto y empatía, no estará de más enseñarle que el ciberacoso se considera un delito y que la Ley puede hacer responsable penal a un menor desde los 14 años.