Curioso el concepto de ‘intimidad’ o privacidad que creen tener los jóvenes. Seguro que la inmensa mayoría de los chavales harían lo mismo que este chico, sin darse cuenta de que Internet y las redes sociales especialmente, representan precisamente todo lo contrario, son como un escaparate de sus vidas accesible por cientos o miles de personas.
Sabéis, aquellos que tenéis hijos adolescentes, que hoy en día una de las pertenencias más preciadas que tiene la juventud es el móvil. Supongo que tiene que ver con que es aquello con lo que mas tiempo pasan. Más que con los libros, que con los padres, que con los amigos, e incluso que con la televisión.
De hecho, uno de los peores castigos que le puedes poner a un adolescente es privarle del mismo. En los colegios ya les avisan: “Si te vemos utilizando el móvil durante la clase te lo requisaremos, y tendrá que venir tu padre o tu madre a recogerlo”.
Pero no voy a hablar de la educación de los adolescentes, tarea ardua donde las haya. No. Voy a contar un hecho que me contó el otro día un buen amigo.
Estaba el hijo en el cuarto de baño del colegio enviando un mensaje instantáneo desde su móvil cuando entró un profesor y le pilló en tan obscena actividad. El castigo fue inmediato y fulminante, requisándole el móvil.
No sé si por vergüenza o por miedo a un posible segundo castigo, esta vez de su padre, el hijo no le dijo nada al llegar a casa. Pero el caso es que, una vez lanzado a explicarle el oprobio al que fue sometido por el profesor en el cuarto de baño del colegio, acabo diciendo: “Bueno, pero se lo he dado vacío”. Extrañado, el padre le preguntó que qué quería decir vacío, a lo que el hijo le respondió, no sin cierto tono de triunfalismo:
“Le he quitado la batería, el SIM y la chapa de memoria”.
El padre se quedó mirando con cara de desconcierto al hijo, como esperando una aclaración, a lo que éste le dijo: “Es que hay profesores que te miran las fotos que llevas en el móvil”.
Efectivamente esto daría para analizarlo desde varias vertientes pero, siendo un blog dedicado a la seguridad, la reflexión que hago es el sinsentido que tiene en sí la acción de este niño. Un niño que, me confirman, está utilizando las redes sociales de éxito entre los
adolescentes, y que no tiene ningún reparo en colgar sus fotos y los acontecimientos de su vida cotidiana para compartirlos con sus amigos (y quizás algunos no tan amigos), y sin embargo está alerta de quitar latarjeta de memoria de su móvil para que el profesor no vea sus fotos.
Es curioso, cuando me lo contaron pensé cómo habría reaccionado yo si me hubiera sucedido a mí, hace 30 años cuando tenía su edad, pero lo último que se me habría ocurrido hubiera sido quitarle el SIM y la tarjeta de memoria. Cierto, en aquella época no existían los teléfonos móviles, pero hubiera sido como cuando te pillaban fumando en el colegio y te quitaban el paquete de tabaco, ¿hubiéramos roto los cigarros para que no se los fumara el profesor?”