Son cada día más los niños que tienen un smartphones o teléfono inteligente. Y cada día tienen su primer teléfono a edades más tempranas. Esto no sería un problema si se hiciese un uso responsable de estos teléfonos, pero eso está lejos de la realidad.
Uno de los principales problemas con que nos encontramos es la dependencia que estos dispositivos están creado en los más jóvenes. Son muchos los niños que no pueden estar sin mirar el Tuenti o publicar lo que les pasa en Facebook, chatear por el Whatsapp o poner lo que están haciendo en Twiitter, y por supuesto también la adicción que crean los juegos que se pueden descargar con gran facilidad en estos dispositivos.
Uno de los efectos de esta dependencia es que da igual si se está en clase, en el instituto o estudiando, que se está siempre pendiente del móvil. Esto provoca una falta de concentración y de atención en lo que se está realizando bastante importante. Son muchos los niños o jóvenes que están estudiando con el móvil encima de la mesa, a la espera de que alguien les “hable” o pendiente de lo que ocurre en Twitter. Esto es algo que debemos controlar para evitar casos de distanciamiento con las personas, y de la llamada nomofobia (miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil). Existen casos de personas que les cambia el humor, el carácter y la forma de comportarse si no tienen el móvil activo.
Otro riesgo que provoca el uso de estos dispositivos es el de la seguridad. El uso que se realiza de las redes sociales es cada vez mayor, por lo que se publican cada vez más cosas. Los más pequeños no son conscientes del peligro de publicar cierta información en las redes sociales, más aún sin saber quien tiene acceso a esa información, y sin haber configurado correctamente las opciones de privacidad. Este crecimiento en el uso de estas herramientas ha sido provocado mayoritariamente por la disponibilidad de Internet en cualquier lugar, sin limitación. Hay que ser consciente de qué tipo de publicaciones colocamos y qué imágenes subimos.
En muchas ocasiones los niños mantienen un diálogo público por las redes sociales, donde cuentan sus planes, a que hora han quedado y lugar. Esto hace que cualquier persona con acceso a esa información pueda saber donde esta el niño. Anteriormente nos aconsejaban en vacaciones no cerrar las persianas de casa y decirle a un vecino que nos cogiese el correo para evitar que se supiese que no estábamos. Pues bien, hoy en día lo que se recomienda es no dar más información de la cuenta por las redes sociales y saber quien tiene acceso a la información que hacemos pública.
En muy normal que se hagan fotos y se suban a las redes sociales, o se instalen aplicaciones que no se conocen. En ambos casos es bastante probable que esa foto o esa aplicación contengan información de la localización del dispositivo. Esta geolocalización en las redes sociales se puede limitar, entrando en las opciones de privacidad de cada una de las redes sociales, o deshabilitando la opción en los ajustes del smartphone. En concreto, en el caso del iPhone existe la posibilidad de impedir la localización de una aplicación concreta. En el caso de dispositivos con Android, esta limitación no es posible realizarla individualmente, ya que se aceptan los permisos de una aplicación en conjunto, aunque siempre tendremos la opción de deshabilitar el GPS en todo el dispositivo.
Lo importante con el uso de las nuevas tecnologías, en este caso de los smartphones, es conocer los riesgos, saber lo que estamos dando a conocer de nosotros, y saber qué uso le damos. Hay que saber controlar también qué momentos son buenos para estar con el teléfono, y qué momentos debemos olvidarnos y tenerlo guardado, ya que lo único que puede llevarnos es a distracciones y disgustos. Una herramienta potente, pero la que hay que saber controlar.
Tú eres el que controlas el móvil, que no te controle él a ti.
[…] texto de la página HijosDigitales.es (disponible aquí) aborda el tema y nos recuerda que los Smartphones a cada vez más tempranas edades. El uso de […]