Snapchat es uno de esos fenómenos de Internet de crecimiento vertiginoso que ocurren cuando se acierta con una idea y con el momento justo. Es una aplicación para dispositivos móviles que permite enviar fotos y vídeos a otras personas que solo podrán verse durante unos segundos. Son mensajes que “se autodestruyen”. La idea es simple, pero hoy parece ser que vale más de 3.000 millones de dólares, dinero que ha rechazado su creador como oferta de compra por Facebook.
La idea parece que surgió tras los primeros escándalos que afectaron a personajes famosos y cargos políticos que vieron cómo se hacían públicas imágenes privadas que nunca debieron haber compartido.
Desde el principio, esta aplicación ha sido polémica por estar relacionada directamente con el ‘sexting’, es decir, el envío de fotos con contenido sexual a modo de provocación a otras personas ya que su visualización desaparece y “no deja rastro”. No podemos asegurar que su enorme éxito se deba exclusivamente a esta razón, pero probablemente tenga mucho que ver.
Pero, ¿es fiable este sistema?
Rotundamente NO. Snapchat es una idea novedosa que busca lo efímero y como tal su uso no es perjudicial. Como en otras ocasiones el problema no es la herramienta, sino es el mal uso que se hace de la ella. No podemos confiar nuestra privacidad, imágenes íntimas o información sensible a un sistema de borrado automático que puede ser burlado fácilmente por diferentes medios.
Todo usuario de la aplicación debe conocer que las imágenes y vídeos pueden ser captados y guardados para la posteridad si así lo desea el receptor. Son varios los métodos que puede utilizar.
- Utilizando una cámara u otro móvil. A nadie escapa lo sencillo que puede ser utilizar el móvil de cualquier otra persona para hacer una foto de la imagen mientras se muestra en la pantalla.
- Hay emuladores que permiten hacer funcionar Snapchat en el ordenador, lo que facilita tomar una captura de pantalla con el teclado. Las capturas de pantalla en el móvil no pueden realizarse porque para ver la imagen debemos tocar con un dedo la pantalla y esto anula la combinación de botones que dispara la toma de la imagen.
- Cuando llega a destino y antes de visualizarla. Hay aplicaciones que se instalan en teléfonos ‘root’ o ‘jailbreak’ (han roto sus protección original) que permiten ver y copiar la imagen antes de que el sistema la borre. No están disponibles en las tiendas virtuales ni de Android ni de iOS, pero pueden encontrarse en Internet, como SnapCapture o SnapGrab.
- Después de visualizarla. Tras ver la imagen el dispositivo la borra, pero no utiliza un borrado seguro de modo que utilizando herramientas forenses algo más sofisticadas, se puede llegar a rescatar la imagen o vídeo. Hay multitud de programas especializados en rescatar información borrada de nuestras unidades de memoria, como Recuva.
- En el dispositivo origen. Como hemos dicho, las imágenes “se borran” en el dispositivo receptor, pero NO en el emisor. Snapchat aplica a sus archivos de imagen una etiqueta “nomedia” lo que hace que no se muestren en la galería de fotos. Quien ha enviado la foto no lo sabe, cree que desaparecen porque no se ven en las aplicaciones, pero pueden encontrarse y visualizarse fácilmente.
En el caso de Android, solo hay que utilizar un explorador de archivos, como la app ‘ES File Explorer’ y llegar a la ruta ‘Android/Data/com.snapcht.android/cache/my_media’, algo que no supone ninguna dificultad para cualquiera que pueda apropiarse de un móvil ajeno aunque solo sea por un momento.
Dejo este vídeo creado por Pantallas Amigas que pretende concienciar del buen uso de esta aplicación, especialmente a los más jóvenes. Como decía antes, la aplicación es inofensiva, el problema radica en su uso inadecuado.