Recientemente ha sido noticia la detención de un chico de 14 años por anunciar a sus compañeras de instituto como prostitutas en páginas de contactos.
Y es que resulta muy sencillo falsear información en Internet. Pero todos, incluso los menores, deben saber que todo lo que allí hacemos puede ser rastreado y la Policía, con sus medios, puede dar al traste fácilmente con el aparente anonimato que nos ofrece.
Sucedió a finales del pasado año, cuando una madre interpuso una denuncia al mismo tiempo que una amiga de una víctima comunicó el hecho a través de twitter a la cuenta de la Policía Nacional de Jaén.
Cuatro chicas de entre 14 y 15 años, amigas y compañeras del instituto, aparecían con sus fotos en anuncios de páginas y redes sociales de contactos, ofreciendo favores sexuales a cambio de dinero.
La denuncia llegó a la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía y comenzó la investigación. Tras la correspondiente solicitud al juez, los investigadores pidieron a los administradores de las diferentes páginas web utilizadas la IP del equipo que había publicado los anuncios. Al comprobar que en todos los casos esta IP coincidía, la Policía no tardó en localizar al autor de los falsos anuncios, un menor de Jaén de 14 años, compañero de clase de tres de las chicas y amigo común de la cuarta.
El chico fue citado por la Policía y en compañía de su padre pronto admitió los hechos. Gracias a su colaboración no llegó a ser detenido, aunque su caso ha pasado a disposición de la Fiscalía de Menores y está a la espera de que dicte el correspondiente expediente por el delito de revelación de secretos.
El modo en que actuaba era siempre el mismo. Captaba diferentes imágenes de las chicas a través de las redes sociales, especialmente de Instagram. Se registraba en la página de citas, creaba perfiles falsos con los nombres de sus amigas y publicaba anuncios de servicios sexuales adjuntando las fotos que había descargado. “Hago todo tipo de trabajitos. 30 minutos, 30 euros” decía alguno de sus mensajes publicados en la web de citas.
El chico no explicó las razones que le movieron a realizar tal acción, se limitó a explicar que todo fue una gamberrada. Algo que evidencia la incapacidad de medir las consecuencias de lo que realizan muchos niños y jóvenes en Internet y las redes sociales.
El exceso de confianza y la falsa apariencia de anonimato que ofrece Internet trae estos desagradables problemas, especialmente a niños y jóvenes, y solo la educación puede prevenirlos.
Seguro que este chico, de haber sabido lo que le esperaba, se lo habría pensado dos veces antes de hacer esta “travesura”. Y es que en este caso fue algo más que una gamberrada, se trató de algo más serio, un delito perseguido y penado por la Ley.