Al parecer son muchas las personas a las que les surge la tentación de espiar teléfonos móviles ajenos. Son muchos los comentarios que nos llegan relacionados con el espionaje y las aplicaciones para espiar y monitorizar lo que hacen otras personas con sus móviles.
Pueden ser personas celosas que pretenden vigilar los movimientos de su pareja y todas sus conversaciones, padres y madres que quieren controlar constantemente la actividad de sus hijos o propietarios de empresas que intentan monitorizar a sus empleados mediante el móvil corporativo, etc.
Como vemos, son muchas las causas por las que nos planteamos utilizar programas espía que nos aporten información extra y valiosa sobre nuestra “víctima”. Además, existe otra razón por la que el número de personas interesadas en espiar se ha disparado y es la facilidad con la que hoy podemos utilizar programas espía en los teléfonos móviles y la enorme difusión que presentan estos dispositivos de forma generalizada.
También son muchas las consultas que nos llegan relacionadas con sospechas, fundadas o no, de personas que creen estar siendo víctimas de espionaje a través del teléfono. Quieren saber si están siendo objeto de espionaje, cómo evitarlo y cómo recoger información suficiente para probarlo.
¿Es fácil espiar un teléfono móvil?
Sí, es relativamente fácil si tenemos acceso físico al dispositivo que deseamos espiar. En ese caso, podríamos decir que el sistema estaría al alcance de cualquier usuario. Solo hay que acceder al teléfono de la víctima e instalare alguna de las muchas aplicaciones diseñadas para ello.
Si no tenemos acceso, el proceso se complica un poco, ya que deberemos convencer a nuestra víctima de que instale “algo” o de que lo instale sin ni siquiera darse cuenta.
En cualquiera de los casos, el software espía puede programarse para que se mantenga oculto en el teléfono de la víctima y para que envíe información de forma silenciosa al sistema que corresponda y al que podremos acceder de forma remota en cualquier momento. Algunos de estos programas son capaces de registrar absolutamente todo lo que se hace con el teléfono, incluidas las conversaciones cifradas (ya que hacen capturas de pantalla), fotos, ubicaciones, conversaciones telefónicas, etc.
¿Pero, es legal espiar un teléfono móvil?
Rotundamente no. Lo deja bien claro en nuestra legislación el artículo 197 del código penal:
“El que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales, intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses”…
Pero la realidad es que las aplicaciones y programas destinados al espionaje están disponibles para todo el mundo. No es necesario bucear por lo más profundo de Internet para encontrar programas especializados. Existen numerosas compañías especializadas que proporcionan soluciones de espionaje para casi cualquier tipo de dispositivo conectado, teléfonos, tablets, ordenadores, etc. y de cualquier sistema operativo.
Ejemplos de empresas que venden su software espía abiertamente son mSpy, FlexySpy o Mobile Spy pero existen muchas más.
Normalmente están enfocados como uso de control parental, como herramienta supervisora de los menores. También dirigen su publicidad a empresas, para que los responsables puedan controlar las acciones de sus empleados. Y cómo no, el espionaje en la pareja causado por celos o sospechas de infidelidades es también uno de sus principales fines.
¿Estás pensando en utilizar aplicaciones espía?
Ninguna de las finalidades comentadas anteriormente está exenta de la Ley, incluida la supervisión o espionaje a menores por sus padres.
Es habitual escuchar a padres decir que ellos “tienen derecho” a conocer qué hacen sus hijos, con quiénes se relacionan y por dónde se mueven justificándolo con razones de seguridad, pero lo cierto es que la legislación no contempla ese supuesto. Es más, añade que si el espionaje se realiza sobre un menor, las penas a aplicar serán incluso superiores. Y como excepción, si se trata de un menor, ni siquiera es necesaria la denuncia de la víctima, ya que el propio fiscal puede realizarla.
Además, pensemos que el espionaje que podemos realizar a un menor puede incluir conversaciones con otros menores y por tanto resultar también víctimas de nuestra acción. Seguramente nuestro hijo no nos denuncie si nos descubre, pero no podemos estar tan seguros de lo que harían otros menores amigos suyos y sus padres si se sienten espiados.
Recordemos que las penas por espionaje son de prisión, de uno a cuatro años y que los casos que se han hecho públicos son muchos, aunque seguro representan una mínima cantidad de los totales.
No hay más que revisar un poco la hemeroteca para encontrar casos como este de Burgos en 2014, de Girona en 2015 o este más reciente de 2016 donde el fiscal pide 7 años de cárcel para un joven por espiar a su novia.
Si tu hijo es un menor y le espías para protegerle, ningún juez te condenará (hay sentencias) ya que prevalece la defensa de los intereses del menor sobre su derecho a la privacidad de las comunicaciones.
Por otro lado, si tu empresa te entrega un móvil y te indica que hay un programa de rastreo con las funcionalidades que sea, por que es así, no habría problema, si es “informado y consentido”. En otros casos si será ilegal y el juez decidirá la sentencia.