Estudios de la Universitat Oberta de Catalunya y del Defensor del Pueblo de Argentina arrojan datos preocupantes sobre el fenómeno conocido como sharenting, que consiste en realizar publicaciones con información de hijos, sobrinos, nietos y otros parientes menores de edad.
Incluso lo dice la nueva normativa europea de protección de datos (GDPR), los menores de edad tienen derecho a la privacidad y a la propia imagen. Por ello, a pesar de nuestra relación de parentesco con ellos, ya sean hijos, sobrinos, nietos o ahijados, no tenemos ninguna legitimación para subir sus fotografías a las redes sociales. Mucho menos cuando ellos no tienen el poder de decidir. O siquiera de hablar.
Publicar fotografías de nuestros parientes menores de edad es una actividad común que ya se le ha puesto un nombre: sharenting. De hecho, según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya el 81% de los bebés son expuestos en redes sociales antes de los seis meses. Y el 23% de los niños ya aparece en ellas incluso antes de nacer, con la publicación de sus ecografías.
En Argentina también se ha estado estudiando el sharenting. Las cifras de la Defensoría del Pueblo arrojan datos tan preocupantes como que el 66% de los que publican este tipo de información sobre sus parientes menores no cree que éstas afecten a la privacidad de los pequeños. Y el 57,8% no cree que algo así pueda afectar a su seguridad personal.
¿Cómo expones a los menores con el ‘sharenting’?
La grave exposición en las redes sociales de las nuevas generaciones puede comprenderse con una pequeña reflexión. Tú, que nos estás leyendo, haz una búsqueda de tu nombre, tu dni, o algún dato que consideres relevante de tu identidad. Todo lo que arroja Internet sobre ti es tu identidad digital.
Si tu, que hasta hace al menos 15 años no te exponías en redes sociales, encuentras información sobre ti, imagínate lo que encontrará tu hijo, tu sobrino, tu nieto… cuando tenga tu edad. Si hay fotografías suyas en Internet desde antes de nacer.
El problema con la identidad digital es que da mucha información sobre nosotros a cualquier desconocido que quiera acceder a ella. De hecho, es una de las principales armas de los ciberdelincuentes. Pues cuanta más información personal encuentren, más fácil les será suplantar, engañar o chantajear a sus víctimas. Que no tienen que ser personas importantes, pues los malos roban en Internet igual que robarían en la calle: a cualquiera que les parezca un blanco fácil.
Protege su privacidad, no la expongas
Por todos estos motivos, antes de subir una fotografía de un menor de edad, lo más importante es preguntarse si les avergonzaría en el futuro, o si da demasiada información sobre él. Si es mayor de 14 años, lo mejor será preguntarles si te permiten subir la fotografía. A esa edad ya entienden mejor la exposición en Internet y pueden decidir. De hecho, eso también lo señala la GDPR.
Hemos de recordar de que no somos dueños de la privacidad de nuestros hijos, sino los protectores de dicha privacidad y de sus derechos. Por ello, no publiques sus fotografías, privatiza tus perfiles si lo haces, limita a las personas que les permites seguirte y, sobre todo, desactiva la geolocalización de las fotografías en las opciones de la cámara. Nadie necesita ver las coordenadas que se quedan grabadas en el archivo.