Las contraseñas nos invaden. Todos los días hemos de introducir, y por tanto recordar, un gran número de ellas. Además de las ya asumidas desde hace años, como la del PC, la del cajero del banco o el PIN del móvil, hemos ido añadiendo en lo últimos años muchas más. Tenemos contraseñas para el DNI, para entrar en las numerosas redes sociales, en la Web de nuestro banco, para comprar por Internet (aquí al menos dos, para la tienda virtual y para efectuar el pago), la firma digital, la alarma de casa, correos electrónicos varios, etc. Y pensemos que la tendencia es ir en aumento, por ejemplo, nos falta muy poco para realizar pagos con nuestro teléfono móvil y claro, nos pedirá una contraseña.
Las contraseñas nos protegen e identifican en cada vez más ámbitos de nuestra vida diaria. Y sabemos que los amantes de lo ajeno están muy especializados, que evolucionan rápidamente creando herramientas para evitar nuestras protecciones. Por tanto, ¿no sería conveniente mejorar nuestras contraseñas o al menos estar informados de su buen uso para ponérselo más difícil?
En nuestra vida real, quiero decir, la ajena a las tecnologías de la información, protegemos nuestras pertenencias y nuestra intimidad con puertas o candados. Y no escatimamos medios para comprar un candado mejor o blindar una puerta si consideramos que lo que protegemos lo merece. Pues hagamos lo mismo con nuestras contraseñas, mejorémoslas, que está a nuestro alcance y además es gratis.