Para sacarle partido a nuestros teléfonos y tabletas instalamos un sinfín de aplicaciones con funciones de lo más diversas. Los permisos que necesitan las aplicaciones para funcionar nos dan una idea de lo que son capaces de realizar cuando las instalamos.
A menudo estas aplicaciones, a través de esos permisos, extraen de nosotros más información de la estrictamente necesaria para cumplir con la función que desarrollan.
Los usuarios somos “utilizados” por los programadores de las aplicaciones para recopilar información valiosa como nuestra agenda de contactos, las páginas que visitamos, la ubicación en la que nos encontramos, etc.