Los navegadores, con la intención de facilitarnos la experiencia de la navegación, nos proporcionan la posibilidad de almacenar las contraseñas de modo que no necesitaremos escribirlas cada vez que nos sean solicitadas, el propio navegador las escribirá por nosotros y accederá automáticamente.
Evidentemente es una función que aporta comodidad al usuario pero supone un riesgo hacia su seguridad, ya que cualquiera que pudiera utilizar nuestro equipo podría acceder sin problemas a los servicios que hemos guardado.