Los sistemas operativos de nuestros ordenadores permiten crear usuarios diferentes y dotar a cada uno de ellos de distintos privilegios y otras propiedades de aspecto y funcionamiento.
Si uno de nuestros ordenadores es utilizado por más de una persona, por ejemplo en nuestra familia, podemos crear un usuario para cada uno de ellos. Esto permite personalizar muchas funciones que quedarán memorizadas para cada perfil de usuario y nos resultará a todos más sencillo y cómodo su funcionamiento.
Por ejemplo, al navegar por Internet con distintos usuarios, para cada uno de ellos se guardará de forma independiente su historial de navegación, favoritos memorizados, contraseñas guardadas, etc. También los accesos directos desde el escritorio, su aspecto, los archivos en ‘Mis documentos’ y muchas cosas más.
Pero hay una propiedad asignable a cada usuario muy interesante que deberíamos conocer y aplicar cuando buscamos proteger nuestro ordenador frente a manos inexpertas o potencialmente peligrosas.
Los usuarios que creamos pueden ser “Administradores”, con capacidad para instalar y desinstalar cualquier cosa o pueden ser “Usuarios estándar”, con la posibilidad de usar los programas pero sin permisos para cambiar nada de la configuración que pueda afectar a la seguridad del equipo o a otros usuarios.
¿Cómo crear un usuario estándar?