Desde hace algún tiempo vengo observando en las redes sociales la extraña circunstancia en la que una persona como yo, 46 años y de apariencia normal, tiene “éxito” en las redes sociales. Me invitan a conectar mujeres de todas las nacionalidades conocidas, aparentemente despampanantes y que, en muchos casos, tienen conocidos reales en común.
Es una sensación extraña, lo cual me invita a investigar un poco dada mi condición de empleado de una compañía de ciberseguridad.