El hombre de los calcetines amarillos – segunda parte

A continuación publicamos la segunda y última parte de este relato corto relacionado con Internet y la huella digital y que puedes empezar a leer en nuestra anterior entrada.

La cosa comenzó cuando Roberto Sandoval fue a calzarse aquella mañana de miércoles. Un día cualquiera.

-Adela, no encuentro calcetines limpios. Hace días que no entran en el cajón, y luego están los que me coge Berto. Ayer quedaban dos pares, unos los usé yo, pero hoy no queda ninguno.

-Lo siento cariño. El técnico de la lavadora no ha venido aún. Llevamos cinco días sin lavar. Esta tarde lavaré a mano.

-Eso está muy bien, pero ¿qué calcetines me pongo yo hoy para ir a trabajar?

Hurgó en el desordenado cajón de su hijo buscando una alternativa aceptable, pero no la encontró, y volvió a su cajón. Se quedó mirando con desolación los calcetines amarillos.

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El hombre de los calcetines amarillos – primera parte

Hoy publicamos algo diferente, un relato corto que gentilmente comparte con nosotros la autora, relacionado con Internet y la huella digital.
Lo publicamos en dos entregas, esperamos que os guste…

Berto se sentó ante el ordenador. Estaba cansado. La ducha había sido reparadora, pero doce días embarcado, con dos inmersiones diarias, terminaba siendo una paliza. Le gustaba lo que hacía. No hubiera dedicado su vida a tarea distinta en ningún caso, pero la preparación física la tenía descuidada, y sin embargo era vital para un biólogo marino que, como él, tenía el laboratorio en la profundidad de los océanos.

Volvió a prometerse a sí mismo que hasta la siguiente expedición trabajaría el gimnasio seriamente; luego, suspirando ante el disgusto que aquello le producía, encendió su pc. Era una tarea casi mecánica, al regresar a casa, entrar en el mundo de las telecomunicaciones para buscar referencias al hombre de los calcetines amarillos. Controlaba cada nueva entrada producida y también los desplazamientos que sufrían las que ya conocía. En ocasiones comprobaba, con satisfacción, que alguna de ellas, ante su insistencia, había terminado por desaparecer.

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